lunes, octubre 02, 2006


Hoy es 2 de octubre y llueve como siempre como cada año desde que recuerdo, fecha importante para algunos, cabalística para otros, para la gran mayoría motivo de una gran marcha en la cual la una buena parte de los chavitos no saben ni por que ni para que van simplemente es la ocasión perfecta para el desmadre.

Al menos para mi es una fecha importante quizá por que soy una enamorada del pasado, por que creo en las revoluciones sociales o tal vez simplemente soy una idealista sin remedio.

Me conmueven las imágenes, la fuerza decisiva de aquellos jóvenes, su inocencia política, su organización y la brutalidad con la que mataron no solo unos cuantos jóvenes, sino más bien un puñado de sueños, el sueño de un México mejor, quizá más justo, quizá más anárquico, quizá más único, más plural, más libre, pero seguramente diferente. Con ese evento aprendimos a callar para no morir, a agachar la cabeza para no ser pisoteados, a observar y mantenerse al margen, en esa época murió una generación y una idea de un México mejor. Las historias de los acribillados por la espalda, de los niños asesinados, de los ancianos pisoteados, de las torturas en Lecumberrí o en el campo Militar Número uno, de los familiares que buscaban sus víctimas y les fueron negados en la cruz roja o en la verde o en cualquier hospital, debido a que estos recibieron la orden de no dar informes, de callar, de no prender las sirenas.

Las historias de los que murieron por la bayoneta en el estomago, en el pecho o en la cabeza después de haberse rendido, las historias de las metrallas desde la azotea del Chihuahua, o desde la Iglesia de Santiago Tlatelolco, de los saqueos a los departamentos, de los llantos, de los ayes de los heridos, de la lluvia confundida con la sangre, siempre la sangre que trae la vida y que al mismo tiempo a través de aquellos disparos de las balas expansivas te la quita, de aquella sangre confundida con la lluvia que convirtieron las ruinas de Tlatelolco en piedras de sacrificio, por que Tlaltelolco de vez en cuando reclama su sangre.

Las historias de los familiares que tenían que reconocer a sus muertos en la morgue, repleta de muchachos, todos ellos medio desnudos por que les ordenaron en aquella zanja que separa la iglesia de la plaza que se convirtió en celda temporal, que se desnudaran para "encontrar la propaganda". Las historias de la declaración del presidente de "hemos sido tolerantes hasta extremos criticados" de su informe, de la marcha del silencio que convoca entre 300,000.00 y medio millón de personas, todos en perfecto orden y silencio donde las voces que tomaron mas importancia eran las de las mantas, donde el silencio se convirtió en un sonido brutal, por los pasos, por los miles de pasos que acompañaron el silencio, las historias de las tanquetas en la plaza de la constitución, del ejercito apostado en Ciudad Universitaria, con sus debidas violaciones cometidas a las señoritas que se encontraban en el rebautizado auditorio Che Guevara, de los que casi "casi" mueren por esconderse de ese ejercito en un baño que rodeaba aquella explanada.

Las historias del tiroteo en "El Casco" del Politécnico, las historias de los detenidos en plena carretera México- Texcoco, de la Universidad de Chapingo que se reportaron como desaparecidos, de los golpeados el día del Bazucazo en San Ildelfonso, las historias todas las historias, aquellas historias que constituyen una sola, que no debe ser olvidada, por que la cultura, el país y el individuo que olvida su historia esta destinado a repetir los mismos errores y a morir........el país que es condenado a no reconocer su historia es un país condenado a la ignorancia y la cultura que se permite olvidar tan fácilmente la memoria de su historia carece de eso..........de cultura.

En memoriam de todos los sueños, por la muerte de ese nuevo México idealizado y sobre todo por la perdida del espíritu de toda una generación.